domingo, 23 de noviembre de 2008

Aquellos maravillosos años



Los futbolistas de antes eran feos. Salían mal hasta en los cromos. Tenían cara de proletario bajito y piernas de rinoceronte peludo. Se movían por el campo con más maña que fuerza. Mantenían sus intimidades a buen recaudo e invertían en negocios estables. Les faltaba gancho y envoltorio publicitario. Los de ahora conducen coches deportivos, visten trajes caros, se acuestan con modelas de discoteca y saben posar ante las cámaras. Los más ambiciosos venden su imagen al mejor postor sin el menor escrúpulo.

Escrito por Pedro Calleja para La Luna (24.05.02)

sábado, 22 de noviembre de 2008

Glamour


Por fin el glamour ha llegado al fútbol. Hasta ahora, a lo sumo se encontraba algún jugador estiloso. Pero ya no quedan excusas. Nike se ha propuesto dar un toque kitsch a la aburrida equipación deportiva de los futbolistas.

Arriba aparecen las nuevas Mercury Vapor Rosa. Ideales para ir a la compra con el típico chándal de zara. La pregunta es ¿tendrán el mismo éxito sobre el césped?

A la espera de la reacción del público, nos queda el anuncio protagonizado por Rivery (enseña del modelo). ¿Qué mejor que la pantera rosa para tan singular producto?

domingo, 16 de noviembre de 2008

Domingo


El domingo es el día lánguido por definición. Da igual qué hayamos hecho la jornada previa. El séptimo siempre nos sorprende con la energía mermada.

Todos los planes previamente acordados se van diluyendo en el tedio. Al final, simplemente se llevan a cabo aquellos básicos para la supervivencia. El resto de la jornada transcurre en una nebulosa. Poco a poco el tiempo pasa: el momento de realizar cualquier acción se esfuma.

Al final, sólo queda poner el despertador en hora para mañana. Para así poder comenzar otra apabullante semana durante la cual añorar constantemente los minutos perdidos el domingo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Gentleman

Culto pero no pedante; cortés pe-
ro no ceremonioso; rural pero no
rústico: estas ideas elaboradas
por Horacio en su granja de la
Sabina han servido para formar
el diseño moral del gentleman in-
glés, aunque también pueden apli-
carse a cualquier persona que
busque la elegancia interior por
encima de todas las cosas. Para
ser absolutamente perfecto, este
modelo humano tendría que habi-
tar hoy un cuerpo anguloso, alto,
flaco, con el vientre hacia dentro,
desgarbado o ligeramente derrui-
do, vestido con ropa de calidad
un poco ajada, nunca a la última
moda. Si existiera algún tipo con
este estilo habría que ir a buscar-
lo a donde fuera y tratar de hacer-
se su amigo. Contrario a este
ejemplar de Horacio es el moralis-
ta, que nos indica con el dedo el
amino
correcto para llegar a la
pastelería
del cielo o el equivoca-
do que nos llevará al
castigo eter-
no. No son sólo algunos clérigos
atormentados o los profetas dis-
pépticos los que te amargan la
existencia con sus anatemas; tam-
bién hay políticos, periodistas y
escritores que tratan de cambiar
el mundo simplemente para aco-
modarlo a sus ideas y no siempre
por un interés bastardo, sino por-
que son incapaces de entender la
vida de otro modo. El moralista
corrige tu mala conducta para
que te asemejes a él y no hay más
que sentir de cerca su halitos
is
para salir corriendo. Conformar
la sociedad a su imagen o de lo
contrario presagiar un cataclis-
mo inminente es la obsesión que
ocupa más de la mitad de su cere-
bro. Como si fuera propietario de
la ira universal, lo mismo le exci-
ta un
crimen contra la humani-
dad que una
simple zanja del
ayuntamiento. Hay que ser diver-
tido
pero no superficial; escépti-
co pero no cínico; irreductible pe-
ro no implacable; firme pero
no
duro: estas ideas que Horac
io cul-
tivó en su granja de la Sabina no
se han movido en 2.000 años y
aún hoy sirven de eje de acero a
algunos seres privilegiados. Tam-
bién constituyen un sueño imposi-
ble cuando se contempla la histe-
ria de nuestros políticos y el láti-
go de algunos escritores y perio-
distas. Las sátiras de Horacio no
carecían de desprecio, aunque
atemperado por la ironía, ni de
sarcasmo siempre sometido al
buen estilo, más acá del bien y del
mal. Quedan algunos ejemplares
con este diseño en nuestro país y
sólo por ellos es aún habitable.
Aunque parece que están fuera
del mundo, caballeros inactuales,
sabios despistados, un poco anti-
guos, son los últimos pilares que
sustentan una sociedad llena de
sujetos cuyo poder va infinita-
mente más allá que su elegancia
moral.


Texto escrito por Manuel Vicent publicado por el periódico el País.